Por David Álvarez Martín.
La convivencia en sociedad amerita formas de organización y la legitimación del poder de quienes ejercen autoridad sobre los demás. Hasta donde hemos avanzado como especie humana en esos temas el Estado-Nación Moderno parece ser la forma más estable de organización y la Democracia la manera más decente de ejercer el poder. Modelos de ambos los hay para todos los gustos, obligando a ir más allá de la apariencia o las palabras a la hora de establecer donde efectivamente el Estado es un régimen de derecho y donde la democracia va más allá de torneos electoreros. Podemos afirmar que tras el andamiaje de todo Estado contemporáneo y el seno de toda pretendida democracia, late como juicio permanente el reconocimiento pleno de los derechos humanos. Son estos los indicadores de cumplimiento cabal de las funciones inherentes a un Estado y de madurez de la democracia en toda sociedad humana del presente.
Además del Estado y la Democracia es cuestión fundamental la manera en que se organiza la economía en toda sociedad. El ordenamiento económico obligatoriamente debe dar cuenta frente al Estado y la Democracia su manera de proceder, es por eso que hoy hablamos de Equidad y Desarrollo Sustentable. Lo primero porque no es legítimo un ordenamiento económico que no busque como objetivo central la participación de todos los miembros de la sociedad y que los beneficios generados lleguen a todos los participantes para su desarrollo personal y familiar. Lo segundo, todo modelo de Desarrollo debe apuntar a futuro, no se trata de que en el aquí y ahora haya prosperidad, si no que la misma se mantenga en el tiempo para beneficio de nuestros hijos y nietos. Es por eso que debemos prestarle atención a la preservación del medio ambiente, al desarrollo de tecnologías que usen energías limpias y a que la producción de bienes y servicios responda a un modelo estable en el tiempo y no a coyunturas momentáneas.
La construcción de un modelo político, social y económico que beneficie a todos los que vivimos en estos 48 mil kilómetros cuadrados y a nuestros descendientes es tarea obligatoria de todos. Hasta el momento quienes han detentado el control del Estado Dominicano, tanto como dictadores, como por elecciones, no han favorecido un proyecto semejante –excepción sea hecha de los 7 meses de Juan Bosch. La mayor parte de los capitalistas dominicanos y extranjeros que tienen inversiones en nuestro país tienden a un modelo rentista que no procura el bienestar de los trabajadores y empleados de sus negocios, y mucho menos el desarrollo del entorno social donde se ubica. El grado de pobreza que afecta a más de la mitad de la población dominicana convierte en mendigos a hombres y mujeres frente a las dádivas procedentes de políticos, en chiriperos, en guardias y policías, o en carne de cañón para la delincuencia común o el microtrafico de drogas.
La clase media que ha logrado articularse en nuestro país sigue siendo el sector más presionado por todos los frentes. Por su idiosincrasia es el grupo más estable y con vocación de construir una sociedad próspera, pero a la vez es cuna de proyectos revolucionarios, propuestas democráticas e incluso con tendencias autoritarias cuando siente que la falta de orden pone en peligro su estabilidad. Esta clase media es expoliada fiscalmente por los gobiernos porque es el grupo más fácil de regular, siempre teme a la proletarización cuando ocurren graves crisis macroeconómicas y no recibe ningún beneficio en servicios públicos como energía, agua, educación, seguridad ciudadana o salud.
Desde la ciudadanía debemos encontrar nuevas formas de participación política que permita la transformación de nuestra sociedad hacia un modelo más equitativo, próspero, democrático y sustentable. Por supuesto es necesaria la participación partidaria, sea en las estructuras actuales o en nuevas que puedan ser creadas, pero no debemos dejarnos atrapar por la lógica de los partidos políticos.
David, comparto contigo tus opiniones respecto a que nosotros la clase media les hemos dejado la política a los que se sienten ya consagrados a ella, que han conformado unos cuadros políticos y forman parte de un sistema clientelista.
ResponderEliminarConsidero que la clase media debe integrarse a esos espacios y desde esos escenarios formular propuestas tendentes a reducir esa brecha entre una clase que está demasiado bien económicamente frente a otra que vive en la extrema pobreza.
Saludos,
Celeste